OBSERVATORIO DE LIDERAZGO POLÍTICO DE AMÉRICA LATINA

El legado de la tranquila rebeldía: un adiós al liderazgo de Pepe Mujica.

Por Franco Buscacci

Como ya es noticia en los medios internacionales, el pasado martes 13 de mayo se comunicó al mundo el fallecimiento de uno de los líderes sudamericanos más importantes de la historia. Querido por muchos y odiado por pocos, José “Pepe» Mujica fue un antes y un después en la política regional (e internacional) y en la forma de concebir el liderazgo desde la propia austeridad. Su impacto fue tan fuerte que incluso días antes de su muerte se seguía tomando su legado como un ejemplo de política de integración y progreso, además de un faro “cuasi espiritual” en su forma tan peculiar de gobernar y vivir. Por eso mismo, hoy me propongo, en forma de un último adiós, recapitular los puntos que nos dejó como balance el gobierno del exmandatario uruguayo y su legado para sucesores y futuros líderes sudamericanos.

En primer lugar, debemos posicionarnos sobre el contexto en el que asume Mujica en 2010. Tras el gobierno de su compañero de frente, Tabaré Vazquez, quien brindó estabilidad económica en el país y sentó las bases de un Estado de Bienestar sustentable y coherente, Pepe llega al cargo con una inflación del 5,9% anual -datos del CEPAL- y una pobreza del 18,5%, la cual llevaba cinco años en caída -datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE)-. Debido a la imposibilidad de reelección inmediata que es norma en Uruguay, con dichos números favorables, Tabaré encontró en su ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, es decir, en el “Pepe”, un sucesor fuerte con recorrido histórico y renombre en sectores importantes de la sociedad rural y los sectores más vulnerados del país oriental. A su vez, manteniendo mayoría en la Cámara de Representantes -50 miembros oficialistas- y la Cámara de Senadores -16 miembros-, sumado a la ventaja de disponer de intendentes afines en las zonas de mayor influencia -como Montevideo, Canelones o Rocha-, las condiciones parecían dadas para que los recursos de poder institucionales y económicos jugaran a favor de Mujica.

Durante su mandato, el “Pepe” logró alcanzar una popularidad de hasta el 80% -datos de Télam-, y una aprobación a su mandato del 63% hacia 2015 -datos de CIFRA-, cuando este concluyó. Este escenario se alcanzó gracias a los logros en materia social y económica, tales como el crecimiento de la economía en un 75% -dejando en su último año un promedio anual del 5,4% de incremento del PBI-, la reducción de la pobreza al 9,7%, el nivel de desigualdad más bajo en la historia de Uruguay, la diversificación energética y abaratamiento de costos, la regularización del cannabis, la legalización del matrimonio igualitario, la construcción de 15.000 viviendas, y el récord en el nivel del desempleo del orden del 6,3%, la cifra más baja de los años recientes en Uruguay -datos recopilados del INE y CEPAL-. Todos estos niveles en las variables macroeconómicas lograron alcanzarse gracias a la capacidad de liderazgo y utilización de los recursos de poder con los que contaba el mandatario: el apoyo gremial  (sectores como el Plenario Intersindical de Trabajadores – Convención Nacional de Trabajadores) y el respaldo de los sectores industriales a causa del plan de apoyo económico de sustentabilidad de PyMes, sumado al ya mencionado apoyo institucional logró generar un marco de estabilidad social e imagen positiva de cara al siguiente gobierno, también del Frente Amplio -la vuelta de Tabaré Vázquez a la primera magistratura uruguaya-. Sin embargo, también hubo puntos bajos en la gestión de Mujica, como el crecimiento del déficit fiscal al 3,5% y la falta de inversión en infraestructura de trenes y puertos, aspectos en los que él mismo tildó como “fracasos” de su gobierno. 

No obstante, analizar el legado del extupamaro no se puede centrar únicamente en sus logros presidenciales en materia económica y social, sino que también debemos abordar uno de los puntos de investigación más importantes para la Ciencia Política, el cual es el legado de su figura tanto en su país, como a escala regional y global. Valorado por muchos como “el presidente más pobre del mundo” por su austeridad y sencillez en el nivel de vida ejerciendo su cargo, Mujica estableció un ejemplo en su forma de hacer política de manera cercana a su pueblo, brindando mensajes de comunidad y resiliencia, sobre todos a los jóvenes, y su lucha por la integración y cooperación regional en el marco del denominado “giro a la izquierda” en Sudamérica. 

El legado de la tranquila rebeldía en Mujica se traduce en su forma austera de vivir, de cambiar la realidad con políticas firmes y consecuentes al contexto uruguayo de cara a la idea de fortalecer las instituciones democráticas del país; un hombre que dejó de ser aquel guerrillero armado de los años setenta, para convertirse en un defensor del consenso político y la unión del pueblo en búsqueda de una vida digna a pesar de las diferencias políticas que todos podemos tener. Por eso mismo, el exmandatario uruguayo es considerado un hito tanto para simpatizantes del Frente Amplio como para simpatizantes de otros partidos -ya sea del Partido Nacional, el Partido Colorado o del Cabildo Abierto-. Su paso al costado en el ejercicio político en el año 2020, dada la pandemia y su vulnerabilidad como persona integrante de los grupos de riesgo para la enfermedad, fue un hecho que repercutió a nivel internacional por su discurso principalmente dirigido hacia los jóvenes, llamándolos a no cultivar odio e instándolos a ser resilientes en cada situación de la vida. Aquel discurso fue ovacionado y aplaudido de pie por los miembros -oficialistas y opositores- de toda la Cámara de Senadores, y marcó una despedida que quedará grabada en la historia.