OBSERVATORIO DE LIDERAZGO POLÍTICO DE AMÉRICA LATINA

Elecciones presidenciales en Bolivia. El final del predominio del MAS

Por Juan Cruz Acebey

El domingo 17 de agosto tuvieron lugar las elecciones generales de Bolivia. Por primera vez en veinte años, el Movimiento al Socialismo – Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos (MAS – IPSP) no aparecía como primera fuerza en las encuestas. Este escenario, con el MAS quedando fuera de los principales contendientes, se terminó confirmando con los resultados. De esta manera, luego de veinte años en el poder – interrumpidos en 2019-2020 de manera forzada- el MAS abandona la presidencia.

Hasta este domingo, todos los pronósticos apuntaban a una eventual segunda vuelta entre la derecha moderada y la derecha radical. Por un lado, Samuel Doria Medina, candidato de la Alianza Unidad, es uno de los empresarios con mayor patrimonio dentro de Bolivia. Había sido ministro durante el gobierno de Jaime Paz Zamora (1989-1993) y fue candidato a presidente por su partido Unidad Nacional. Para esta elección, llegaba con amplios apoyos desde el centro hasta la derecha. Por el lado de la extrema derecha, Jorge “Tuto” Quiroga, quien se presentaba dentro de la Alianza Libre. Quiroga ya había sido presidente de Bolivia entre 2002 y 2003 tras el fallecimiento de Hugo Banzer. También había competido por el frente Poder Democrático y Social (PODEMOS) en 2005, la elección que llevó a Evo Morales a la presidencia.

Aunque estos dos candidatos se ubicaban como primero (Quiroga) y segundo (Doria Medina), las elecciones tuvieron la sorpresa de Rodrigo Paz Pereira quedándose con el primer lugar. Paz es el hijo del expresidente Paz Zamora y cuenta con cierto recorrido en la política, al haber sido alcalde de Tarija entre 2015 y 2020, como parte de un partido local. En ese lapso, Álvaro García Linera lo invitó a integrarse al MAS, invitación que fue rechazada por Paz. Para las elecciones de 2020, Paz fue electo senador por la coalición Comunidad Ciudadana. Desde su banca,  ha mantenido posiciones nacionalistas, progresistas y en defensa de las autonomías.

Paz, candidato del Partido Demócrata Cristiano (PDC) terminó dando la sorpresa al obtener el 32% de los votos, casi triplicando el porcentaje de intención de voto que tenía en las encuestas. Todo apunta a que el elevado porcentaje de indecisos terminó inclinándose por un candidato que tuvo ciertas diferencias en relación al discurso de los dos candidatos con mayor trayectoria política y ligados a la década de 1990. En cierta forma, Rodrigo Paz terminó apareciendo como “lo nuevo” dentro de una oferta electoral marcada por caras ya conocidas en la política boliviana.

En el caso de “Tuto” Quiroga, el exmiembro de la Acción Democrática Nacionalista (ADN) alcanzó el 27% de los votos, ocupando un cómodo segundo lugar e ingresando a la segunda vuelta contra Paz. Quiroga, quien fue derrotado por Evo Morales en 2005 y luego se mantuvo como un férreo opositor al masismo, fue la expresión de una derecha radical en Bolivia. En 2019 fue una de las figuras claves para que Jeanine Añez llegue a la presidencia. De cara a este proceso electoral tomó un elemento discursivo conocido en Argentina por el uso que le dio Milei: la motosierra. Quiroga, en un contexto de crisis económica que atraviesa Bolivia, enfatizó que haría uso de motosierra y machete para cortar el gasto público y reducir el déficit fiscal.

En tercer lugar, terminó quedando el empresario Doria Medina. El candidato de la Alianza Unidad obtuvo el 19% de los votos, obteniendo el porcentaje que las encuestas anticipaban. Doria Medina ya anticipó que para la segunda vuelta dará su apoyo a Rodrigo Paz, lo que parece posicionar al candidato del PDC cerca del triunfo.

El resto de candidatos obtuvo menos del 10% de los votos. Andrónico Rodríguez, ex presidente del Senado y hasta hace poco, figura cercana a Evo Morales, obtuvo el 8%. Su alejamiento de Evo Morales y las polémicas de su compañera de fórmula terminaron por desdibujar su candidatura, quedando lejos de ingresar al balotaje. Por su parte, el MAS presentó como candidato a Eduardo del Castillo, quien apenas logró salvar la personería jurídica del partido al obtener el 3,16%.

Un dato no menor a considerar es el porcentaje de votos nulos o votos en blanco que tuvo esta elección. Los votos nulos ascendieron hasta el 20% del total de votos emitidos. Por su parte, el voto en blanco fue de 2%. En la elección de 2020, el voto nulo había sido 3,5% y el voto en blanco 1,4%. Este aumento del voto nulo/blanco se explica, en buena medida, a partir del llamado del expresidente Evo Morales a anular el voto en un contexto en el que se encuentra imposibilitado de presentarse nuevamente como candidato a presidente.

¿Qué pasó con el MAS?

El MAS fue el partido predominante de Bolivia durante veinte años consecutivos. De manera sucesiva, Evo Morales triunfó en las elecciones presidenciales de 2005, 2009 y 2014. A su vez, logró obtener el 67% de los votos en el referéndum revocatorio de 2008. En ese periodo de tiempo, el liderazgo de Evo Morales dentro del MAS era incuestionable. Esto permitió que el partido se mantuviera unido y llegara a cosechar más del 60% de los votos.

La primera derrota de Morales, con pérdida del recurso de apoyo popular mediante, fue en 2016. En aquella oportunidad, en el marco de un referéndum constitucional que pretendía habilitar una nueva reelección para Morales, quien ya se encontraba en su tercer mandato, la ciudadanía boliviana rechazó la modificación de la Constitución con el 51,3% de los votos.

A pesar de esta derrota en las urnas, Morales insistió para poder ser candidato a presidente en las elecciones de 2019. El entonces presidente logró un fallo del Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) que declaraba inconstitucionales cinco artículos de la ley electoral boliviana, argumentando que una ley no podía estar por encima de los derechos políticos. Con esto, el TCP permitió que todas las autoridades puedan presentarse a reelecciones de manera indefinida, siendo Evo Morales el principal beneficiado.

Ya en ese momento existían ciertos sectores dentro del MAS que pretendían que Morales delegara el liderazgo. Sin embargo, estos sectores cobraron fuerza con posterioridad a la destitución de Morales en noviembre de 2019. En aquel momento, cuando tuvieron lugar las elecciones generales de ese año, Evo Morales no superó el 50% de los sufragios, por lo que su triunfo dependía de lograr una ventaja de diez puntos porcentuales respecto al segundo candidato más votado – Carlos Mesa -. El cese de las actualizaciones por parte del Tribunal Supremo Electoral y una actualización posterior que dio a Morales como ganador de la elección sin necesidad de que se realice una segunda vuelta desató una crisis política en Bolivia.

Todo este suceso desencadenó masivas protestas por parte de la oposición, la cual denunció fraude de parte del gobierno de Morales. Estas denuncias fueron respaldadas por la Organización de Estados Americanos. Paulatinamente, Morales fue perdiendo recursos de poder, porque incluso si se compara el resultado de 2019 con el 2014, el MAS había obtenido un 14% menos de votos. Además, en el medio de las protestas que exigían la renuncia de Morales, la Central Obrera Boliviana y luego el comandante de las Fuerzas Armadas le sugirieron a Morales renunciar, decisión que finalmente tomó en noviembre y se exilió en México.

Tras un año de gobierno de Jeanine Añez, signado por la crisis sanitaria por COVID-19 y protestas de miembros del MAS, se convocaron a nuevas elecciones presidenciales. En las mismas, Morales fue imposibilitado de presentarse al no estar residiendo en Bolivia, ante lo cual terminó quedando como candidato Luis Arce, exministro de Economía de Morales. Arce terminó ganando las elecciones presidenciales con el 55,11% de los votos, marcando un contundente triunfo del MAS.

Pese al contundente triunfo, las tensiones al interior del MAS se evidenciaron ya en el primer año de gobierno de Arce. Desde el inicio, Morales pretendió mantener el liderazgo del partido y controlar el gobierno. Sin embargo, Arce buscó tener cierta autonomía respecto a Morales. En ese contexto y sobre todo a partir de 2022, el MAS comenzó a tener una disputa entre liderazgos. Cada una de estas figuras buscó contar con sus propios recursos de poder. Morales se apoyó en los movimientos campesinos e indígenas, mientras que Arce buscó el respaldo de los sindicatos urbanos y los movimientos del altiplano.

Las tensiones internas del MAS continuaron escalando, a punto tal que el gobierno dejó de enfocarse en gestionar y su foco pasó a ser lograr el aislamiento de Evo. Muchas de las denuncias de corrupción contra Morales y otros dirigentes cercanos comenzaron a avanzar. Ante esto, el MAS terminó de fragmentarse en dos fracciones: una evista y otra arcista. Tras esa ruptura, la fracción evista de la Asamblea Legislativa Plurinacional comenzó a llevar adelante interpelaciones a ministros de Arce y finalmente, con apoyo de la oposición, censuró al ministro de Gobierno Eduardo del Castillo, principal figura de la fracción arcista.

Con un gobierno centrado en la disputa política, Bolivia comenzó a atravesar problemas en su economía. La principal causa de la crisis económica que empezó a experimentar fue el agotamiento de un modelo basado en la renta gasífera. Años signados por la caída en la producción de gas y la falta de inversión en exploración dieron lugar a una continua caída en las reservas de Bolivia. A esto se sumó la existencia de subsidios para combustibles y alimentos.

Como consecuencia de lo anterior y de un gobierno enfocado en quedarse con el MAS, la inflación en 2024 tuvo un incremento sin precedentes durante este siglo: la inflación pasó del 2,12% en 2023 al 9,9% en 2024. Durante lo que va de 2025 la inflación ha llegado al 16,9%, superando las previsiones del gobierno para este año.

De esta manera, un movimiento que llegó a promediar más del 50% de apoyo electoral terminó implosionando y quedando marcado por la ineficacia en el manejo de la economía. Por un lado, el MAS quedó dividido en tres facciones para esta elección. La facción arcista, la cual se quedó con el sello partidario, llevó a Eduardo del Castillo como candidato. La facción evista, imposibilitada de competir al conseguir los avales para otro partido, terminó llamando a anular el voto. A estas dos facciones se suma Andrónico Rodríguez, quien fue presidente del Senado y era una figura cercana a Evo Morales, pero terminó alejándose de éste y presentándose a la elección. Apenas superó el 8%, bastante lejos de alcanzar la segunda vuelta. Por otro lado, la pérdida de estabilidad económica que el MAS había logrado durante sus gobiernos se desvaneció en este último año y medio. Esa pérdida de control de ciertas variables económicas se ligó directamente con la figura de Luis Arce, quien llegó a tener un 80% de rechazo en su gestión. En consecuencia, Arce no pudo buscar la reelección, el cual había sido uno de los principales motivos de su disputa con Morales.