Por: Juan Cruz Acebey
Como suele suceder luego de una derrota electoral, el peronismo se encuentra en un escenario de disputa en su interior. Esa disputa está teniendo su foco en la provincia de Buenos Aires, que pasa a ser la madre de una batalla interna.
En noviembre de 2023, el peronismo sufrió su cuarta derrota en una elección presidencial desde el retorno de la democracia. Como sucedió en ocasiones anteriores, el liderazgo partidario se disputa entre quienes aspiran a ser los nuevos líderes del movimiento y aquellos que buscan conservar sus posiciones.
La particularidad del último ciclo electoral es que el peronismo nucleado en el sello Unión por la Patria (UxP) sólo logró conservar ocho gobernaciones y de esos ocho jefes provinciales, uno se ha alineado con el gobierno de Javier Milei (el gobernador de Tucumán, Osvaldo Jaldo) y otros han negociado transferencias intergubernamentales a cambio de apoyo parlamentario, como es el caso de Raúl Jalil (Catamarca). De los demás gobernadores, dos de los que han tenido mayor protagonismo como opositores a Javier Milei han sido Ricardo Quintela (La Rioja) y Axel Kicillof (Buenos Aires).
Quintela intentó llegar a la presidencia del Partido Justicialista (PJ), sin embargo, no contó con los avales necesarios para el respaldo de su candidatura y, finalmente, la presidencia del partido quedó en manos de la expresidenta del país, Cristina Fernández de Kirchner.
Si bien el desafío de Quintela no prosperó, sí evidenció las tensiones existentes en el peronismo. Y es en este punto en donde aparece la provincia de Buenos Aires como la madre de la batalla interna. En el contexto de la trunca interna antes mencionada, el gobernador Kicillof no apoyó a ninguno de los candidatos a la presidencia del PJ y esto terminó de agravar tensiones que ya existían previamente entre el gobernador bonaerense y los sectores más afines a Cristina Kirchner.
¿A qué se debe este enfrentamiento? Como señalamos, luego de una derrota electoral es habitual que el liderazgo del partido (o movimiento) sea cuestionado. En este caso, Cristina Kirchner decidió posicionarse como la líder de la oposición y comenzó a expresarse contra el presidente de la nación Milei, tanto a través de las redes sociales como en discursos públicos. La expresidenta tuvo un respaldo mayoritario de los principales sectores del peronismo, aunque hubo algunos sectores que no estaban de acuerdo con que Cristina Kirchner continúe al frente del peronismo. Esto ya había sucedido antes, ya que luego de 2015 el liderazgo de la líder peronista también había sido desafiado y la exmandataria logró ratificarlo en 2017, al obtener el 37% de los votos en las elecciones legislativas de medio término.
El escenario actual está marcado por un liderazgo partidario cuestionado por una figura surgida en el núcleo kirchnerista. Así, a sabiendas de que la estrategia de la presidenta del PJ no fue acatada por el gobernador Kicillof podemos señalar, en primer lugar, que nos encontramos ante un desafío de este al liderazgo de Cristina Kirchner. En ese sentido, sería la primera vez que la provincia de Buenos Aires no realiza sus elecciones en forma conjunta con los comicios nacionales, circunstancia que sí es habitual en otros distritos (de hecho, en 2023, muy pocas provincias realizaron sus elecciones locales el mismo día que las nacionales).
En segundo lugar, la decisión de Kicillof no hizo más que agravar tensiones preexistentes, ya que desde el momento en que Kicillof asumió su segundo mandato como gobernador ha sido cuestionado por los sectores más afines a Cristina Kirchner. A pesar de estos cuestionamientos, el gobernador ha buscado construir su imagen como principal figura opositora al gobierno nacional. El hecho de que Kicillof busque proyectar su propia imagen por fuera de la tutela de la expresidenta tensiona el espacio peronista debido a que Buenos Aires es el distrito en el que Cristina Kirchner ha focalizado su actividad política.
En tercer lugar, no se trata de una disputa ideológica o programática, sino que se trata netamente de una disputa por el liderazgo. Con esto nos referimos a que no hay diferencias en cuanto al programa o las políticas a implementar ante un eventual retorno del peronismo al gobierno, en cambio, la cuestión radica en quién debe conducir ese eventual retorno. Aunque el foco de análisis puede estar puesto en cómo ejercer el poder un presidente y qué recursos utiliza, también es relevante pensar en cómo se construye un liderazgo antes de llegar a la presidencia, qué apoyos logra, qué alianzas conforma.
Resta saber cuál será el resultado de esta disputa. El gobernador bonaerense se arriesga a una eventual ruptura del peronismo en la provincia de Buenos Aires y una situación de partido dividido puede dar lugar a un inmovilismo político. Asimismo, si el sector kirchnerista pretende sostener el liderazgo de Cristina Kirchner, deberá revalidarlo en las urnas, como ocurrió en 2017.